jueves, 6 de febrero de 2014

Cuestionario Terry Eagleton, Post-estructuralismo (segunda parte)

1- ¿Qué es un signo saludable y un signo doble?
El signo saludable, según Barthes, es el que llama la atención sobre su propia arbitrariedad, que no quiere hacerse pasar por "natural" sino que, en el preciso momento de transmitir un significado, comunica también algo de su propia condición relativa, artificial. Se opone al signo realista. Es artificioso. Es muy abierto, puede tener más de dos significaciones.
Por otro lado, el signo doble es parecido al saludable. Un significante tiene posibilidad de dos significaciones solamente (por ejemplo, ironía). Hace señales dirigidas a su propia existencia material a la vez que transmite un significado.

2.- ¿Qué es un texto escribible?
Es un texto en potencia, el lector participa en la creación misma, es leer como si se escribiera. Está en potencia la escritura, porque se realiza por el lector al leer. El texto escribible carece de significado preciso y de "significados" (participio pasivo) fijos, está compuesto de varios elementos difusos, constituye un tejido inagotable o una galaxia de significantes, una tela inconsútil de códigos y fragmentos de códigos, a través de los cuales el crítico puede abrir su propia brecha aventurera. No hay principio ni fin, ni secuencias que no puedan dar marcha atrás, ni jerarquía de "niveles" textuales que nos indiquen lo que es más significativo o menos.

3.- ¿Cuál es el grado cero de la escritura?
El grado cero, también concepto de Barthes, es ese punto en que la escritura se libera de la contaminación del significado social, ya sea insistiendo en la pureza del silencio o bien buscando una austera neutralidad.

4.- ¿Cuál es el último terreno que queda al placer del significante?
El último terreno sería el hecho de escribir o leer-como-si-se-escribiera, es en este punto donde el intelectual podría esparcirse, de modo que el significado estructural podría quedar rota y dislocada por el libre juego del lenguaje, y el sujeto, es decir, el escribir/leer, quedaría libre de la camisa de fuerza de una única identidad para pasar a un yo arrobadoramente amplio.

5.- ¿Cuál es la relación entre el post-estructuralismo y el compromiso político?
Existe una estrecha relación debido a que, por una parte, el post-estructuralismo fue producto de la mezcla de euforia y desilusión, liberación y disipación, carnaval y catástrofe de 1968 (con los movimientos estudiantiles). Los post-estructuralistas se dieron cuenta de que era posible subvertir la estructura del lenguaje, aunque no así las estructuras de poder. Las únicas formas de acción política aceptables eran del tipo local, difuso y estratégico labor con los prisioneros y otros grupos sociales marginados, proyectos particulares en lo relativo a la cultura y la educación. Para muchos postestructuralistas, el peor error consistía en creer que esos proyectos locales y esos compromisos particulares deberían reunirse en el seno de una comprensión total del funcionamiento del monopolio capitalista, el cual podía ser tan opresivamente total como el mismísimo sistema al que se oponía. El poder se encontraba en todas partes, era una fuerza fluida, mercurial, que se infiltraba por todos los poros de la sociedad, pero que, como los textos literarios, carecía de centro. No se podía combatir la “totalidad del sistema” porque la "totalidad del sistema" no existía.

6.- ¿Cuáles son los argumentos de Eagleton contra los post-estructuralistas?
Entre estos argumentos están el hecho de que se podía intervenir en la vida social y política en el punto que se deseara —como Barthes pudo desmenuzar S/Z para obtener códigos de juego arbitrarios—. No se aclaraba del todo como podría saberse que no existía esa “totalidad del sistema”, dado que los conceptos generales eran tabúes, tampoco quedaba claro que ese punto de vista resultase ser igualmente viable en París y en otras partes del mundo. Otro punto está en que el postestructuralismo se convirtió en un recurso conveniente para evadir completamente cuestiones políticas. Las obras de Derrida y algunos otros han proyectado dudas de fondo sobre las ideas clásicas acerca de la verdad, la realidad, el significado y el conocimiento, podía demostrarse que todo ello se apoyaba en una ingenua teoría representacional del lenguaje. Si el significado —lo significado— era un producto pasajero de las palabras o de los significantes, siempre cambiante e inestable, en parte presente y en parte ausente, ¿cómo podía haber, en la forma que fuese, una verdad determinada, un significado determinado? Si nuestro discurso construía la realidad en vez de reflejarla, ¿cómo podríamos conocer la verdad en sí misma en vez de sólo conocer nuestro propio discurso? ¿Todo hablar se reducía a hablar sobre nuestro hablar? ¿Tenía sentido afirmar que una interpretación de la realidad, de la historia o de un texto literario era "mejor" que otra? La hermenéutica se había dedicado a comprender condescendientemente el significado del pasado, pero, ¿en verdad existía un pasado que se pudiera conocer, excepto como mera función del discurso presente?
También argumenta que la opinión según la cual el aspecto más significativo de cualquier texto consiste en que no sabe de qué está hablando, suena a cansada resignación ante la imposibilidad de la verdad, lo cual por ningún concepto es ajeno a la desilusión histórica posterior a 1968.
Incluso habla sobre la escuela de Yale y dice que las ambigüedades textuales de los críticos de Yale difieren de las ambivalencias poéticas de la Nueva Crítica. Leer no consiste en fundir dos significados diferentes pero determinados, como opinaban los seguidores de la Nueva Crítica. Leer es quedarse en la corta distancia que media entre dos significados, los cuales no se pueden ni conciliar ni rechazar. En esta forma la crítica literaria se convierte en un asunto irónico y poco seguro, en una aventura desconcertante hacia el vacío interior del texto que pone de manifiesto el carácter ilusorio del significado, la imposibilidad de la verdad y las argucias engañosas de todo discurso. En otro sentido, empero, esta desconstrucción anglonorteamericana no es otra cosa que el retorno del antiguo formalismo de la Nueva Crítica.

7.-  Busca un texto que ejemplifique el signo saludable y el signo doble.

El ejemplo de signo saludable sería El rapto de Lindbergh, de Leopoldo María Panero: “Al amanecer los niños montaron en sus triciclos y nunca regresaron”. En este pequeño texto, se pueden observar más de dos significados. Uno podría partir del hecho real del secuestro y asesinato del hijo del aviador Charles Lindbergh. Sin embargo, al notar esa pluralidad de las oraciones, se observa el caso de los dos hombres que decían ser el hijo secuestrado de Lindbergh. Así, los significados en el texto serían un secuestro, un posible asesinato que queda en duda y que responde a la polémica del caso. Además, se puede pensar en el sentido de crítica al sistema judicial, y al mismo FBI, e incluso, hacia los “dos hijos” y el interés económico detrás del secuestro. También, fuera del caso del secuestro y asesinato, puede tratarse de un texto independiente, a la manera del mini-cuento, donde los niños representen algo diferente (la inocencia, por ejemplo), los triciclos, el movimiento, la madurez, el paso del tiempo, y ese “no regreso” una forma de la inocencia perdida y sin retorno.
Como ejemplo de signo doble propongo el poema Bonaparte de Hölderin, ya que responde tanto a la figura heroica que el autor veía en Bonaparte, y también dirige el poema hacia la comparación del héroe con el poeta desde una voz casi panegírica.

                        Los poetas son ánforas sagradas
                        que guardan el vino de la vida,
                        el alma de los héroes.

                        Pero el alma impetuosa
                        de este joven, ¿no romperá el ánfora
que quiera contenerla?

Déjelo intacto el poeta
como al espíritu de la Naturaleza:
en semejante tema
el maestro es tan sólo el aprendiz.

Él no vive ni perdura en el poema:
vive y dura en el mundo.


Referencias bibliográficas
-          -Eagleton, Terry. (1998). Una introducción a la teoría literaria. México: FCE, 138 p.
-          -Hölderlin, Friedrich. (1997). Poesía completa. Edición bilingüe. Barcelona: Colección de Poesía Río Nuevo, 461 p.

-          -Panero, Leopoldo María. (2010). Poesía completa (1970-2000). Edición de Túa Blesa. España: Visor Libros, 587 p.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Estudios Culturales

                                     
De acuerdo al texto Fundamentos y carencias de los estudios culturales, una de las aproximaciones al fenómeno de la cultura respecto a la sociedad moderna, estudiada por Adorno y Horkheimer, es la que argumenta Hannah Arendt. Desde esta aproximación, es posible observar un problema terminológico a partir de la denominada “cultura de masas” que plantearon Adorno y Horkheimer, que va a desembocar en la siguiente afirmación de Arendt: “La cultura de masas no existió como tal” (p. 111).
Arendt señala que la escuela de Frankfurt cometió el error de denominar “cultura” a lo que ella diferencia del entretenimiento. Para Arendt, eso que en Frankfurt se denominó “cultura”, no es más que entretenimiento, cuyo fin es el consumo de ese objeto por parte de la masa, es decir, “el entretenimiento pertenecía a la esfera del consumo social” (p. 111). Se trata de un objeto que pretende llenar espacios de tiempo que no es llenado por otro tipo de objetos y que pertenece al tiempo en que no hay tiempo de ocio, denominado “tiempo vacío”.   
Por ello, debería tratarse de un “entretenimiento de las masas” que se vería influenciado por la cultura. Es decir, dentro de esta aproximación, Arendt hará una distinción entre la “cultura” y el “entretenimiento”. La “cultura” es entendida en un nivel jerárquico mayor, casi ennoblecido, que ofrece cierta identidad a una sociedad. Se trata de una acepción vinculada directamente con el arte. Por ello, pensar en una “cultura/arte de las masas” llevaría a un nivel ideal de conocimiento por parte de una sociedad cualquiera, en el caso de que esa sociedad fuera consciente del tipo de objetos de cultura que consumiría. Esa sociedad hipotética representaría una sociedad intelectual cuyo principio económico sería la creación artística y su valoración. En ese caso, el término “cultura de masas” estaría provisto de aquel arte capaz de llegar a un público masivo, donde el objeto no sería de entretenimiento sino cultural porque estaría representando un reflejo artístico real y no un objeto de consumo con fines meramente económico para un sector particular.
En esa jerarquía, el “entretenimiento” se encuentra por debajo de la “cultura” y será “una degradación de la misma” (p. 112) que tiene un tiempo de vigencia proporcional al tiempo de producción. Así, en el ámbito de las tecnologías se pueden observar tendencias momentáneas a cierto tipo de dispositivos (celular de tal marca, versión, capacidad, etc.) y esas tendencias no son duraderas, ya que se agotan luego de un determinado momento de producción, además de que representan una tendencia fugaz que es remunerada por su “actualidad” e “innovación”. Por ejemplo, en el caso de las series televisivas que han sido extraídas de libros (Game of Thrones, por nombrar alguna), independientemente de su calidad literaria, forma parte del establecimiento de un “gusto” que llega a ser generalizado y representa una idea de entretenimiento ofrecido al público para ser consumido por su carácter “novedoso” y atractivo en un momento concreto, sustentado en que “está basado en un libro” y por eso su calidad es indiscutible. Sin embargo, podrá observarse esa manipulación que hacen los grupos de poder (televisoras, canales de televisión por cable) para hacer que sus intereses (económicos) lleguen a ser también los intereses (de entretenimiento) de un público masivo. Sin embargo, esto no significa que el público considere inacabable ese interés, ya que, debido a la estructura de tal serie o determinados “intereses generales”, el grupo de poder tendrá que renovar y añadir nuevos objetos de entretenimiento para no perder público y, por lo tanto, no perder ese control de la masa.
En cambio, en la cuestión “cultural” existe un proceso diferente, en el cual se considera esa obra artística, además de su calidad, por su trascendencia, es decir, la obra artística de calidad será punto de partida para nuevas creaciones y, por ello, su trascendencia va más allá de su momento de aparición. De ahí su carácter diferencial en cuanto al “entretenimiento” con fines económicos y comerciales.   
Otro de los puntos de esta aproximación que permite esclarecer el término “cultura” es que “no reduce la cultura a estructura social” (p. 107). Arendt coloca a la “cultura” dentro de un plano diferente al que emplearía un sociólogo o antropólogo para referirse a la misma, pues, como hemos dicho arriba, la “cultura”, según la perspectiva de Arendt, refiere al carácter elevado y artístico de la cultura, se trata del arte como el producto de una sociedad, producto que será trascendental y cuyo fin, si bien podría ser de entretenimiento, también responde a criterios de tipo estético.   

Finalmente, los conceptos en torno a los que debemos reflexionar serán “cultura” vs “entretenimiento”, que regresan a lo postulado por la escuela de Frankfurt sobre una “cultura de masas” y permiten la reflexión sobre la cultura moderna y posmoderna y cómo ha cambiado su idea de “cultura” y de qué manera es que la masa sigue o no influyendo en una construcción cultural.