En este apartado, Genette explica que existe
un “Tiempo de la historia (diégesis)” y un “Tiempo del relato” donde existe una
relación entre el orden cronológico en que ocurrieron los hechos de la historia
que se cuenta y el orden de los hechos diferente en la disposición en el relato,
es decir, en la forma en que se cuenta la historia los hechos no están
contados, a veces, de manera cronológica. Para encontrar esa disposición en el
relato, se debe atender a elementos explícitos o por inferencia (indicios
indirectos).
En el cuento El Dios vivo tenemos presentes cinco tiempos diferentes
(anacronías) de la diégesis (los ejemplos se colocan según su orden de aparición
para explicar un mismo tiempo):
El primero (1) surge desde el préstamo de
tierra de los yaquis a los blancos, aparece en una intervención del narrador
entre los guiones de un diálogo y, después, en un párrafo que explica los
hechos del pasado más lejano: “la tierra que la tribu había prestado a los
blancos”, “Los yaquis habían prestado su tierra a un grupo de blancos a condición
de que éstos entregaran una parte de la cosecha para el fondo común de la
tribu.”
El segundo tiempo (2) se presenta
explícitamente en el discurso del personaje Porfirio Buitimea frente al
protagonista que es un yaqui, donde, luego de prestar las tierras, los blancos
no ha cumplido con el trato: “Nos han humillado”, “No cumplieron… no saben
cumplirle al yoreme y luego nos engañan con los licenciados”, “Ni
un grano nos dieron, tantito así. Todo lo llevaron para Cajema, a los molinos.”
El tercer tiempo (3) es la tarde en que el
protagonista yaqui habla con Buitimea y se informa de lo visto en el segundo
tiempo: “Por la tarde de ese día había estado con el jefe Buitimea…”,
“Conversaron bajo la enramada…”, “le contó esa misma tarde Buitimea”, “le había
explicado Buitimea”.
El cuarto tiempo (4) es la noche, en el baile,
después del tercer tiempo, en que el protagonista yaqui llega al baile en su
caballo: “Confusamente distinguía, desde su caballo…. a las blancas de
Vicam-Pueblo, donde bailaban con los blancos…”, “Miró, inclinado como estaba
sobre la silla de su caballo…”. Después baja del caballo y sigue el tiempo del
baile: “Se desprendió del caballo con dulzura... Luego entró en el baile… No
bailó, no habló, no tuvo una sonrisa… ni nadie, tampoco, se atrevió a decirle
nada…” Este es un tiempo narrado en presente, ya que corresponde al inicio
temporal del relato.
El quinto tiempo (5) es el momento en que
llega el alba y el protagonista se dirige de nuevo con Buitimea y es castigado
por el alawasin (verdugo): “Con el
alba se dirigió al Vicam yoreme
dejando atrás el Vicam de los blancos”, “vino el alawasin y entonces en indio fue colgado de las manos…”.
El sexto tiempo (6) es más implícito, pues
habla del futuro de la relación entre los yaquis y los blancos: “No haremos más
trato con los yoris”.
Ya tenemos los tiempos de la diégesis. Ahora,
revisaremos en qué orden ha sido contada la historia, es decir, el “Tiempo del
relato”, los hechos de la historia pero en su disposición a la hora de contarlos:
Los tiempos que tenemos enumerados arriba
aparecen en el relato en el orden siguiente: 4, 3, 4, 3, 2, 4, 2, 3, 2, 1, 2,
1, 2, 3, 6, 4, 5. En la siguiente gráfica se presenta la variación de los tiempos de la historia (6) y los 17 momentos en que se desarrolla el relato.
En este cuento es más frecuente la analepsis,
donde encontramos: analepsis interna de tipo completiva (paralipsis) en 1 y 2;
una analepsis parcial en el tiempo 3.
El tiempo presente es 4 y 5, pues ya no hay
cortes de tiempo entre un hecho y otro.
La prolepsis externa se presenta en 6.
Vemos que es un tiempo complejo el manejado
por José Revueltas, donde existe una manipulación del orden temporal para
generar expectación y reflexión por lo que ocurrirá al final.
Revisado.
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