jueves, 16 de enero de 2014

Una definición para la Literatura

Luego de la lectura de Eagleton, vienen a mi mente algunas reflexiones sobre la idea de Literatura.
Es curioso que el objeto que pretendemos estudiar, la Literatura, sea una palabra que no fácilmente podamos explicar a un familiar o amigo nada familiarizado con el tema. Artístico, bello, cargado de sentido, son palabras con las que tratamos de explicar a la Literatura y, sin embargo, nos quedamos cortos.
Siempre resulta muy complicado tratar de definir una idea por su condición abstracta (el signo lingüístico siempre quiere meternos en líos). De igual modo, la Literatura nos mantiene en un constante cuestionamiento sobre sí misma. Llegar a una definición haría de la Literatura un conjunto enfocado a objetivos distintos, sea científicos, instructivos, etc. Sin embargo, la Literatura lleva en su esencia la multiplicidad de sentidos, el trabajo de su forma, los elementos que repercuten simbólicamente en el texto y que, por lo tanto, ofrecen riqueza de sentido al mismo, sólo por mencionar unos ejemplos. Todo ello pretende causar un efecto en el lector, pero se trata de un efecto diferente al que provocaría un discurso político o una receta de cocina. Además, dicho efecto será diferente según el lector, el momento en que lo lee, etc., a diferencia de lo que los formalistas defendían como literario en un texto.
Es por ello que la Literatura depende, en gran medida, de esos "juicios de valor" que menciona Eagleton, aunque considero que, al menos entre los estudiosos de la Literatura, no puede dejarse su definición en este nivel y debe atenderse a criterios diversos. De ahí que existan teorías que privilegian ciertos rasgos de un texto para considerarlo literario y que, por otra parte, no enfocan su atención en otros.
Personalmente, pienso que todo texto literario responde a alguna inquietud que el autor tiene dentro de un contexto determinado y, más específicamente, creo que la Literatura es tal en relación a los objetivos artísticos que el creador persigue desde el momento en que nace en él la inquietud de expresar algo hasta el momento en que un lector le da un valor a lo creado. Pero aquí aparece un elemento importante: el lector. Definitivamente, no podemos pensar que un lector que aprecia el texto como simple historia o aprendizaje moral (o de cualquier tipo) es un lector capaz de otorgarle a un texto la calidad de literario en un sentido estricto pues se dejaría de lado la apreciación profunda que otro tipo de lector podría tener. Aquí, la labor del crítico literario o el estudioso de la Literatura es sumamente decisiva.
Con lo anterior no pretendo decir que el primer lector que menciono no sea un buen lector, sino que así como hay personas con un sazón culinario exquisito sin ningún tipo de aprendizaje en una institución o con un profesor, así mismo hay expertos en la elaboración de platillos que llevan a cabo procedimientos e innovaciones con la entera consciencia de cada uno de sus pasos. Así, el estudio de la Literatura pretende, si no la objetividad, sí la argumentación capaz de encontrar en el texto literario un sinfín de posibilidades de análisis que lleven al texto a niveles que incluso el propio autor no pretendía alcanzar.
Es aquí donde la Literatura, al igual que el agua, se derrama de los dedos, pues escapa a una definición estática y concreta. Estática. Todo un problema existencial en la Literatura. Una condición de la Literatura es, sin duda, la innovación. Si pensamos en cada una de las corrientes literarias que han existido, será evidente su objetivo de romper con la forma en que, hasta ese momento, un texto se considera literario con el fin de trascender. De este modo, lo que en su momento representó Lorca para su generación, después lo sería Biedma en los 50’s con su breve pero genial obra y así los catalogados por Castellet como Novísimos, por dar un ejemplo. Cada período se ha caracterizado no por el rompimiento total del canon anterior sino por la nueva visión en cuanto a forma y temas que han dado a cada momento los adjetivos de especial, trascendente y atractivo en que se muestra el genio del creador que siempre tiene posibilidades novedosas para transmitir algo. Aunque es notorio que, con el paso del tiempo, las realidades sociales en que surgen ciertos textos literarios van cambiando, también es verdad que ello no quita el grado artístico, innovador en su momento, de maravilla en la manipulación del lenguaje, etc., a cada una de las obras que han dado un status a la Literatura y como tal han de ser apreciados dichos textos, como si de una reliquia se tratara, como prueba del genio que puede alcanzar el hombre.

Finalmente, en ninguna línea de arriba encontraremos “La Literatura es…” seguido de una concisa definición sin espacio a ambigüedades, puesto que para definiciones de Literatura mejor la creación y el disfrute de la misma.



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